Cuando Alvin Tofler publicó por primera vez La Tercera Ola, en 1979 (1992), estaba vislumbrando el advenimiento de un cambio profundo en las relaciones económicas y sociales de las personas y por ende, en la manera en que estas comparten sus pensamientos, tratan de influenciar en las decisiones de otros y comparten, reinventan y plasman su cultura. En tan solo 40 años hemos sido testigos de cómo el orbe ha pasado de una estructura que giraba en torno a lo industrial, a una basada en la información y el conocimiento.
El advenimiento de la digitalización de la información redibujó por completo el panorama comunicacional convirtiendo los medios en objetos impalpables, portadores de contenidos omniscientes, formados por bits en lugar de átomos (Negroponte, 1995). El cambio se cristalizó, inicialmente en la posibilidad de manejar una mayor cantidad de contenido de manera rápida y ocupando poco espacio de almacenamiento y transporte, con la posibilidad de reproducirse tantas veces como fuera necesario, sin perder calidad.
A su vez, los dispositivos han ido reduciendo su tamaño, y de los gigantescos mainframes que ocupaban pisos enteros de los edificios de las facultades de ciencias de las universidades de punta en los años 40 y 50, la tecnología fue evolucionando hacia aparatos móviles que nos permiten jugar, ver videos, escuchar música y leer, ocupando espacios apenas más grandes que la palma de nuestras manos.
¿Las consecuencias?… Los periódicos del mundo han tenido que adaptarse forzosamente a la realidad de internet, al constatar que sus lectores dejan de comprar productos impresos a una velocidad vertiginosa. No son pocos los diarios que han perecido en este intento. Mientras los canales de televisión han dedicado ingentes cantidades de dinero desarrollando sus departamentos de producción, el video por demanda acaparó un nicho importante del mercado, obligándolos incluso a comercializar sus productos a través de terceros que los ofrecen por internet, atentando contra todo canon comercial de tiempos pretéritos. Entretanto, un YouTuber con 20 millones de seguidores atrapa la atención de las audiencias poniendo en aprietos tanto a unos como a otros.
Estos cambios han afectado también al ámbito publicitario. Poco a poco, los periódicos, los sitios web informativos y los canales de TV se han ido quedando sin pauta publicitaria porque los anunciantes han descubierto que su inversión es mucho más rentable con una buena estrategia orientada a las redes sociales del segmento específico de la población a la que quieren llegar.
La digitalización y las redes nos han llevado a un modelo donde lo fundamental no es poseer el contenido sino tener acceso al mismo (Burgos García, 2013). Los centros de distribución de contenido hoy en día son en línea. A medida que pasa el tiempo, la música, los videos, los libros, los periódicos no son vendidos en locales físicos, por el contrario son alquilados u ofrecidos a través de la red gracias a la existencia de enormes repositorios de información, algunos de los cuales ofrecen el consumo ilimitado de contenido por una tarifa plana mensual y otros incluso son gratuitos. De hecho, ante esta realidad, los sectores comerciales de los discos, los videos y los libros han sufrido enormemente durante los últimos 20 años. No son pocos los videoclubes, las discotiendas y las librerías que han tenido que cerrar.
No obstante, músicos, escritores, realizadores audiovisuales tienen ahora un inusitado acceso a espacios de distribución que les permiten llegar a su público de manera directa y sin intermediarios. Una consecuencia directa de esta realidad es la irrupción en los espacios mediáticos de millones de petabytes de contenido chatarra, que difícilmente trasciende y no genera ningún valor ni para el emisor ni para el receptor. Sin embargo, poco a poco se van desarrollando modelos de negocio que permiten a aquellos creadores que generan contenidos de interés (e incluso también de calidad), obtener ingresos por sus productos.
De Moragas (1997), en el IX Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación Social, planteaba que frente a las nuevas tecnologías, los estudios en comunicación corrían el riesgo de asumir la misma polarización entre apocalípticos e integrados (Eco, 1968). En esa oportunidad, De Moragas resaltó la importancia de abrir el panorama hacia la investigación de las prácticas comunicativas basadas en la tecnología.
Los medios y sus contenidos se nos presentan hoy bajo una narrativa transmedia (Jenkins, 2008), transmutando por completo la ecología de los medios (Postman, 1970) y por ende la dicotomía antagónica planteada desde mediados del siglo pasado por la Escuela de Frankfurt y la Escuela Norteamericana. En la actualidad, los estudios sobre comunicación deben salir a la calle. Los espacios de comunicación se dan tanto en lugares urbanos y rurales, como en el ciberespacio. La ciudad es un espacio construido simbólicamente (Reguillo, 2005).
Hoy, una manifestación de jóvenes es difundida a través de twitter mediante el uso de un hashtag; a la vez, dichos jóvenes muestran en vivo, por YouTube, cómo la policía los ataca; simultáneamente, un analista político que sale en vivo por la radio expresa su opinión al respecto mientras en la sala de redacción de un periódico, un comunicador redacta una nota que estará en línea 20 minutos más tarde. La nota es leída por los manifestantes cuando aún están en el lugar de la concentración, creando relaciones y estableciendo el tejido social. Ante esta realidad, el concepto de feedback planteado por Norbert Wiener (1965) cobra un sentido completamente diferente.
El ciudadano está teniendo más acceso que nunca a los espacios massmediáticos. Por primera vez en la historia un alto porcentaje de la población cuenta con un aparato en su mano las 24 horas del día y los 7 días de la semana que le funciona como cámara fotográfica y de televisión, máquina de escribir, grabadora de sonidos y canal difusor en vivo (además de teléfono). Los comunicadores que hoy se encuentran viviendo su 5ta década han sido testigos de la mayor revolución que ha tenido la comunicación desde el invento de la imprenta.
En un mundo donde el periodismo ciudadano cada día cobra más valor, los estudios en comunicación no pueden estar centrados únicamente en los medios masivos. Las prácticas comunicativas, los espacios de intercambio virtual y real, el ejercicio de la democracia y la ciudadanía, la creación y el intercambio de música, imágenes estáticas o dinámicas y palabras entre ciudadanos que permanentemente están creando y dejando un legado cultural a través de los viejos y los nuevos medios, así como la forma en que las audiencias activas reciben, procesan y re-diseminan esos contenidos representan el insumo fundamental de la comunicología en estos tiempos.
Hoy por hoy, el comunicador no sólo crea contenidos. También los procesa, los clasifica y cura. Ante el maremágnum informativo, es necesario un profesional que separe el grano de la paja para poder lograr procesos de sustento comunicacional.
La profusión de medios cuyo modelo de negocio se basa en la pauta publicitaria barata, intentando llegar a millones de personas, se ha convertido en una plaga en el ecosistema comunicacional mundial. Cada día vemos con más frecuencia cómo un número importante de medios se avoca a publicar titulares caza-bobos con el único fin de ganar clics que, una vez en el sitio, puedan representar potenciales impresiones de anuncios publicitarios. Estas prácticas tenderán a desaparecer por el simple hecho de que cuando las personas caen en estas trampas varias veces, se lo piensan antes de hacer clic o compartir una información de esta naturaleza.
No obstante el espacio de los medios que hoy en día se comparten y dinamizan a través de las redes sociales, está afectado por ruido de todo tipo. Son millones de personas hablando todas a la vez, lo cual hace indispensable el desarrollo de políticas públicas para aprender a usar los medios.
La América Latina no ha sido ajena a estas nuevas dinámicas. Desde espacios como FELAFACS, hemos tenido la oportunidad de debatir al respecto. Nuevas voces como las de Piscitelli (1998), Scolari (2008), Porto y Flores (2012) han trascendido los análisis de contenido, el debate sociopolítico y las visiones polarizadas, tratando de poner orden desde una perspectiva enfocada, sí, en el emisor, el medio, y también en el receptor, sin dejar de lado el tema de las mediaciones (Martín Barbero, 2003) o de las hibridaciones (García Canclini, 1992).
Por otra parte, las facultades de comunicación del continente han entendido la necesidad de crear laboratorios de medios. Algunas con grandes presupuestos, otras de manera más incipiente, pero todas conscientes de la necesidad de divulgar buenas prácticas para una cultura de emisión, uso y recepción de contenidos digitales.
Entender el hecho tecnológico es importante para nuestros programas en comunicación social. Pero lo es por la manera en que recompone el tejido social y la ecología de los medios. Como en todos los tiempos, nuestro principal objetivo debe estar orientado a la creación de contenido de calidad, con un sentido útil y que genere valor. Aunado a ello, las competencias en el procesamiento y clasificación de ingentes cantidades de información son fundamentales para el comunicador actual, así como la capacidad de analizar y comprender los espacios de ejercicio de ciudadanía y construcción de la democracia.
Referencias
Burgos García, O. (2013). Cambios en el proceso de distribución y consumo de contenidos audiovisuales en Internet ¿Poseer o tener acceso? (U. d. Lima, Ed.) XIV Encuentro Latinoamericano de Facultades de Comunicación Social. Obtenido de http://fresno.ulima.edu.pe/felafacs.nsf/PonenciasDetalle/eje1-26
Eco, U. (1968). Apocalípticos e integrados frente a la cultura de masas. Barcelona: Lumen.
García Canclini, N. (1992). Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Buenos Aires: Sudamericana.
Jenkins, H. (2008). Convergence culture. Barcelona: Paidós.
Martín Barbero, J. (2003). De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. Bogotá: Gustavo Gili S.A.
Negroponte, N. (1995). Ser digital. Buenos Aires: Atlántida.
Piscitelli, A. (1998). Post / Televisión: ecología de los medios en la era de Internet. Buenos Aires: Paidos.
Porto, D., & Flores, J. (2012). Periodismo transmedia. Madrid: Fragua.
Postman, N. (1970). The Reformed English Curriculum. En A. C. Eurich, High school 1980: the shape of the future in American secondary education. Urbana, IL: Pitman Pub. Corp.
Reguillo, R. (2005). La construcción simbólica de la ciudad. Sociedad, desastre y comunicación. México D.F.: Universidad Iberoamericana.
Scolari, C. (2008). Hipermediaciones. Barcelona: Gedisa.
Tofler, A. (1992). La tercera ola. Barcelona: Plaza & Janes.
Wiener, N. (1965). Cybernetics or control and communication in the animal and the machine. Cambridge, Massachusetts: The MIT press.