Compa ¿qué idioma es ese?

Alexander Calder - Nubes Acústicas
Alexander Calder – Nubes Acústicas

El pasado domingo fui a ver, y oír, la 9na Sinfonía de Beethoven en el Aula Magna de la UCV. La Orquesta, la Sinfónica Municipal de Caracas, junto al Coro del Teresa Carreño, hicieron una hermosa ejecución, en una sala donde los breves milisegundos en que el sonido llega hasta las Nubes de Calder y rebota hasta nuestros oídos logran un gran efecto de caja de resonancia convirtiéndose el Aula Magna toda en parte de la orquesta.

Al terminar la obra, luego de disfrutar de esa maravilla que Schiller y Beethoven legaron a la humanidad, la Oda a la Alegría, un señor que tenía al lado exclamó: «Co..o que arre…o». En ese momento tuve la impresión de que estaba oyendo (al menos con conciencia) la obra por primera vez. Él estaba realmente tocado, seguía expresando interjecciones mientras aplaudía a rabiar y, como el resto de la sala, de pie.

Ya la música del Concierto para Violoncelo  y orquesta de Dvořák había dejado un grato sabor, más aún al ver como solista a un joven con una capacidad impresionante y tan sólo 23 años, Carmine Miranda.

Sin embargo, el que no se conmueva con el 4to movimiento de la 9na de Beethoven en vivo, no tiene sangre en las venas. Más aún si se tiene la traducción de la letra del poema de Schiller proyectada en la sala.

Confirmando mis sospechas, en medio de los largos aplausos, el señor, que seguía maravillado me pregunta: «Compa ¿qué idioma es ese?»
En ese brevísimo instante sentí el gran cambio que ha tenido la música sinfónica en el país. Justamente allí está uno de los muchos logros del trabajo tesonero que han hecho nuestras nuevas generaciones de músicos, muchos de ellos formados por el Sistema de Orquestas. La música se ha propagado como nunca antes. Hay un público nuevo en las salas que antes no asistía a este tipo de conciertos. Hay muchos más jóvenes asistiendo y hay personas mayores, como este señor, que entrando a su otoño está descubriendo a Beethoven.

Con una gran felicidad interior le conteste : «Alemán».

Salí de la sala, no sólo con el optimismo que siempre me deja una obra como esa, además tenía un profundo sentimiento de gratitud. Gratitud hacia la música, hacia los músicos, hacia los compositores… Reflexionando llegué a mi carro y me di cuenta que aquella mañana aquel señor y yo habíamos confirmado, una vez más, que la música es el más universal de los lenguajes y si bien tuvimos la oportunidad de leer la letra del poema en español, muy por encima de ello, el mensaje completo de la obra de Beethoven nos llegó.

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